Sumario
- Rick Crawford, presidente del Comité de Inteligencia, calificó el sistema actual como "disfuncional" y demasiado reactivo, destacando fallos históricos en la detección de espionaje.
- El proyecto propone crear un Centro Nacional de Contrainteligencia con mayores facultades, reemplazando al actual NCSC.
- China y Cuba son señalados entre los países que representan las principales amenazas.
- De ser aprobado, el SECURE Act representaría la mayor reorganización de la contrainteligencia estadounidense desde 2004.
La Cámara de Representantes de Estados Unidos impulsa un proyecto de ley que busca una reforma de gran calado en el sistema de contrainteligencia, en un intento por frenar lo que legisladores califican como una creciente vulnerabilidad frente a países como China, Rusia, Irán, Corea del Norte y Cuba.
El plan, conocido como SECURE Act (por sus siglas en inglés), fue presentado por el presidente del Comité de Inteligencia de la Cámara, Rick Crawford, quien afirmó que el actual aparato de contrainteligencia es “disfuncional” y actúa de forma demasiado reactiva frente a amenazas extranjeras.
El proyecto de ley surge tras décadas de fallos en la detección de operaciones de espionaje contra Estados Unidos, señala el proyecto de ley. Entre los ejemplos más citados está la devastadora pérdida de casi toda la red de informantes de la CIA en China en 2010, así como los conocidos casos de traición de Aldrich Ames y Robert Hanssen, responsables de entregar secretos a Moscú.
Crawford asegura que la situación actual ha permitido a adversarios estratégicos ganar terreno en el espionaje económico, militar y político. “Necesitamos pasar de la defensiva a la ofensiva”, advirtió al presentar la propuesta.
La creación de un nuevo centro, con China y Cuba en la mira
La iniciativa plantea la creación de un Centro Nacional de Contrainteligencia dentro de la Oficina del Director de Inteligencia Nacional. Este organismo reemplazaría al actual National Counterintelligence and Security Center (NCSC), criticado por su falta de autoridad real para coordinar agencias como la CIA, el FBI, la Agencia de Inteligencia de Defensa (DIA), la Agencia de Seguridad Nacional (NSA) y las ramas militares.
Con mayores facultades, el nuevo centro tendría el mandato de no solo reaccionar a las amenazas, sino también ejecutar operaciones ofensivas: reclutamiento de espías extranjeros, uso de dobles agentes y detección proactiva de infiltrados en instituciones estadounidenses.
Aunque el proyecto menciona a varios países hostiles, el énfasis está puesto en China, considerada la principal amenaza de contrainteligencia para Washington. No obstante, también se señala expresamente a Cuba como un actor que ha aprovechado las fisuras del sistema estadounidense para infiltrar espías y acceder a información sensible.
Durante décadas, La Habana ha sido identificada como una de las bases más activas de inteligencia en el hemisferio, con casos emblemáticos como el de Ana Belén Montes, exanalista del Pentágono condenada por espiar para el régimen cubano.
Expertos consultados por medios especializados advierten que agencias como la CIA y el FBI han perdido “filo” en la lucha contra la penetración extranjera y que la burocracia podría entorpecer cualquier reforma. Además, el Senado aún debe aprobar su propia versión del proyecto, que no incluye cambios tan drásticos como los propuestos en la Cámara.
Aun así, el debate ya marca una pauta: la administración del presidente Donald Trump y los republicanos en el Congreso buscan fortalecer la contrainteligencia como parte de su estrategia de línea dura frente a China y sus aliados.
Si prospera, el SECURE Act representaría la mayor reorganización de la contrainteligencia estadounidense desde la creación del Director Nacional de Inteligencia en 2004. Sus impulsores aseguran que es la única vía para detener el avance de los servicios de inteligencia enemigos en suelo norteamericano.